28/9/10

Metáforas que nos piensan

Este libro de Emmanuel Lizcano es una recopilación de diversos artículos que tratan sobre lo que subyace bajo nuestras ideas. Cuesta un poco entrar en su lectura pero luego resulta muy interesante. Y tiene otro atractivo añadido: Está disponible para descargar libremente (http://www.traficantes.net/index.php/trafis/
editorial/catalogo/otras/metaforas_que_nos_piensan
).

La educación y la cultura nos proporcionan un marco mental, una estructura subconsciente sobre la que construimos nuestros esquemas, modelos y paradigmas. Eso es algo que no se percibe fácilmente, pues está antes y debajo de todo pensamiento articulable.

Lizcano nos presta un ejemplo admirable y lúcido de cómo reflexionar ante todo. El lenguaje es la llave que nos permite relativizar y desentrañar lo sutil y oculto que contienen nuestros pensamientos. La metáfora entonces se convierte en valiosa herramienta reveladora. Cada concepto tiene un sustrato metafórico, una esencia simbólica. Cuando aprendemos a escuchar, prestar atención, tener en cuenta y considerar ese fondo latente, entonces podemos modular más adecuadamente la expresión de nuestras ideas.

Lo más importante es que en todo momento seamos conscientes de lo relativo de nuestro conocimiento. No hay peor error, ni más dañino, que el creerse poseedor de la verdad. Cuando uno se aferra al dogma queda aprisionado y limitado por sus principios. Esto lo sabemos muy bien de los cultos religiosos, pero igual sucede con el culto a la ciencia.
La ciencia es una creación sociocultural, por más que pretenda erigirse en embajadora de la verdad. La realidad es que en nada difiere de cualquier otra institución humana. Incluso las matemáticas, con su apariencia de fiabilidad, exactitud y validez universales, no dejan de ser otra construcción imperfecta.

Este libro hace un gran trabajo mostrando esto. A través de sus ejemplos y explicaciones podemos apreciar y comprender cómo el hombre juega con las ideas, y a veces se pierde en ellas. En este sentido el pasado de las matemáticas es muy interesante, vemos que no siempre han sido igual, que diferentes culturas tienen diferentes matemáticas y que no existe una verdad última y definitiva. No hay un único y exclusivo camino para conocer la verdad. Por eso debemos aprender a respetar todas las variantes.
El prejuicio y la soberbia son fruto de la ignorancia. No hay peor ignorante que el que vive atrapado en sus esquemas y ni se da cuenta de ello.

PD:
Es muy liberador conocer bien cómo funcionan los marcos mentales, porque continuamente hacemos uso de ellos, de forma inconsciente. Estar familiarizado con la naturaleza de los pensamientos nos permite mantenernos centrados y despiertos, sin enredarnos demasiado en construcciones mentales, ni propias ni ajenas.

Desentrañar lo que esconden bajo su superficie nos permite desengañarnos, no entrar en su dinámica de confusión, chantaje, arrastre y agotamiento.

Nuestra forma de valorar lo que nos rodea y comunicarnos nos hace crear y asimilar diferentes marcos mentales, de todo tipo. Si uno no está al loro de que eso está teniendo lugar es fácil confundirse y asumirlo como la realidad. Caer en esas trampas es sencillo, entonces hay que darse cuenta del enredo para poder descondicionarnos. Si uno no se da cuenta a tiempo queda limitado por las creencias, sibilinas y arteras, asimiladas de forma implícita.
La creencia se forma en nuestro interior muy sutil, silenciosamente. Para detectarla hay que saber ver los conflictos que se derivan de ella, hay que saber tirar del hilo y exteriorizar su esencia oculta nunca formulada. Como su naturaleza es muda nuestra labor es saber expresarla, reflejar su contenido, con las palabras para poder procesarla y reasimilarla mejor.

El pensamiento bien aprovechado nos sirve para revisar en todo momento nuestras percepciones y consideraciones. La tele es un buen ejemplo para esto, una atención bien afinada nos permite detectar las falacias, pillar los subtextos, captar los sesgos, etc. Un espectador pasivo sin embargo tragará con toda la basura que le echen y se formará una idea muy pobre y limitada en su mente respecto a lo notificado.

El conformismo y la comodidad hacen el resto. Quien se limita a tragar la papilla que le sirven los demás se queda tonto. La atención está para aplicarla. La voluntad hay que entrenarla y el pensamiento es el primer sitio donde emplearla. La búsqueda es un proceso creativo, interactivo, vivo, en el que debemos participar activamente, con decisión y claridad, eso y no otra cosa nos permite crecer, madurar y formarnos, con flexibilidad. Pero hay que hacerlo bien, sin perder de vista lo importante, centrados.

En cierta manera el hombre siempre busca conformar y consolidar sus esquemas mentales, muchos convierten eso en un juego de poder, muchos se aferran a dogmas buscando una cierta seguridad. En el fondo, muchos no desarrollan la habilidad de modular y gestionar correctamente su propio pensamiento, por eso, para no verse limitados en su ignorancia se asocian a cualquier doctrina con apariencia de fiabilidad y prestigio, que pueda inspirarle algunas "garantías de éxito". El camino corto y fácil tiene su consecuencia, sólo sirve para formar borregos, otro más para la manada. Y luego todo es llorar por los problemas derivados.

Hoy en día la institución preferida que cubre esa función es la ciencia. El problema está en la inmadurez del ser humano. El poder todavía nos lleva a la perversión. Así, la sociedad se ciega en esa "grandeza" aparente, se deslumbra ante sus logros y olvida la prudencia y la humildad necesarias. La fanatización de los principios científicos vuelven al hombre soberbio y despectivo para con lo demás. Craso error.

La verdad no se puede poseer de forma exclusiva y total, sólo el ego puede eclipsarse con semejante delirio. Basta contemplar las cosas con naturalidad para ver adónde nos está llevando esta ciega creencia. El hombre debe aprender a avanzar con mesura. Ninguna bandera de "progreso" justifica el comportamiento amoral e indecente que estamos teniendo con todo lo que nos rodea.

Lo estamos arruinando todo por no saber ser fieles al espíritu, a nuestras motivaciones iniciales. Las instituciones se forman para cubrir una demanda social, pero luego entramos en los juegos de poder, en la lucha por los privilegios, la diferenciación del status, la ambición, la codicia, el egoísmo, y se nos pudre todo lo que cae en nuestras manos.

Cuando toda la sociedad da por bueno y asume semejante modelo destructivo entonces tenemos un serio problema. Es hora de abrir los ojos, despertar del mito cientifista, acabar con todos los espejismos.
La ciencia, al igual que la religión, son herramientas que estarán a nuestro lado siempre, pero el culto ciego y fanático a esas instituciones esta de más, sobra, es profundamente irresponsable y dañino. En fin, este libro es una buena oportunidad para liberarnos de un montón de creencias perniciosas que nos han venido instaladas de serie.

Tampoco es cosa nueva, desaprender siempre ha sido parte del camino. Si se quiere, a modo de complemento se me ocurre que puede ir bien el '1984' de Orwell, jeje.
Hasta la próxima, un saludo.

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