31/10/09

Creía que mi padre era Dios

Paul Auster es el responsable de este libro, pero no su autor, ya que es una recopilación de relatos enviados por los oyentes de su programa de radio. Es un libro curioso. Aparentemente no tiene mayor misterio y se lee con gusto y gana. Pero, hay algo muy especial en todas esas historias. Sirven para algo más que entretenerse y pasar el rato.

Por de pronto muchas contienen hechos sorprendentes, inesperados, chocantes, ‘inexplicables’. Cosas que impresionan a sus protagonistas porque se salen de lo normal, lo cotidiano, lo habitual, lo acostumbrado.
Esto ya nos da una pista importante sobre cómo funciona la memoria, cómo las personas recuerdan especialmente aquello que rompe sus esquemas y para lo que no tienen explicación. Por eso en este anecdotario abundan las casualidades increíbles, porque lo especial, lo raro, se ‘fija’ hondamente, mejor dicho: queda atravesado, atascado, ya que no se sabe como asimilarlo. Es esa incomprensibilidad la que mueve a compartir la experiencia, expresarla, verbalizarla. Al revivirla de esta manera uno se da otra oportunidad para analizarla de nuevo, reconsidera, reevalúa, los hechos y su propio papel en ellos. Y los otros pueden ayudarle con sus apreciaciones externas.

Al leer este libro nosotros podemos analizar esas situaciones desde fuera, y es justo lo que nos interesa entrenar. Perspectiva, amplitud de miras, capacidad de conexión. El puzle de la vida no se resuelve desmenuzando los datos sino aprendiendo a relacionarlos. Aquí hay buenos ejemplos para ir afinando esa habilidad.

Una clave importante para comprender algunos hechos reside en revisar nuestra forma de ver y entender. Tendemos a seguir siempre una lógica demasiado lineal, vemos las causas y efectos como una cadena de eslabones que siguen un orden cronológico. Pero, ahí hay dos fallos importantes. Primero, el tiempo es algo más rico y amplio que una simple línea, hay que aprender a valorarlo como un todo, como un ciclo, como una esfera, como un cuerpo. Así, a menudo para entender algo hay que leer la secuencia al revés de lo acostumbrado. Segundo, las causas y efectos no son elementos sueltos y diferentes, están íntimamente interconectados y la distinción de su orden es meramente accesoria. A la postre ambos participan de su encuentro y juegan a intercambiarse los papeles.
Bueno, esto ha quedado un poco confuso, así tan en abstracto. Vendría bien poner algún ejemplo en concreto para verlo más claro, pero casi prefiero que te tomes tú ese trabajo leyendo este libro si te interesa, jeje. Un saludo.

PD:
Al hilo de cómo funciona la vida puede ayudar el ver "Y tú qué sabes?", un documental que presenta diferentes áreas y aspectos que intervienen en la dinámica general de la existencia. Va bien echarle un ojo porque hace reflexionar con algo más de perspectiva y profundidad respecto a las cosas, pero con cuidado de no deslumbrarte demasiado con la forma en que exponen sus teorías. La gente se aferra con demasiada facilidad a cualquier explicación de apariencia científica y ya lo dan todo por solucionado. Por supuesto aquí se recomienda lo contrario, la información sirve para trabajarla en un proceso continuo, sin reparos ni adhesiones. Sólo así tiene algún provecho.

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