28/2/09

¿Amar o depender?

Bueno, ya que estamos en el mes del amor (por cortesía del
‘Cortinglés’) vamos a hablar de un libro que trata de eso mismo.
‘¿Amar o depender?’ de Walter Riso se lee con facilidad pues es
breve y claro. A través de su exposición desmantela por completo el
modelo típico de lo que entendemos por amor. Y es que la visión
romántica de la pareja perfecta y el amor-para-siempre es
tremendamente errónea y lo único que genera son problemas y
sufrimiento. Por naturaleza el ser humano tiene un instinto de
conservación que lo lleva a cuidar y proteger sus posesiones y a
mantener cubiertas sus principales necesidades. O sea que siempre
busca la seguridad. Pero la vida es cambio continuo, aquí tenemos el
problema, el hombre entra en conflicto con la vida cuando deja de
entenderla, cuando se resiste a los cambios y deja de adaptarse,
pretendiendo forzar la estabilidad, mantener lo alcanzado.

Esto resulta especialmente dramático en la pareja. Todo tiene un
principio y un final, las parejas se forman y se deshacen. Pero
algunos sujetos no soportan eso y su egoísmo les lleva a hacer todo
tipo de barbaridades, chantajes, absurdos, con tal de conservar la
unión. Ahí se revela lo complicado del afecto, que tiene mucho de
droga, y como tal crea adicción y, progresivamente, insatisfacción
pues el cuerpo enseguida se habitúa a lo que le das y por tanto cada
vez precisa de ‘dosis’ más altas para sentir ese placer. Con lo cual
quien queda enganchado a su pareja cada vez intenta ‘exprimirla’
más, se rompe el equilibrio, el respeto, la distancia necesaria y
comienza la posesión asfixiante.

Llegados a ese punto todo es daño, humillación, involución, se entra
en un juego degradante donde cada miembro consiente en sacrificar
una parte esencial de su ser con tal de mantener vivo el vínculo, se
tolera la manipulación, el engaño, lo que sea con tal de no afrontar
por uno mismo sus carencias. Se busca que la pareja compense,
llene, ese vacío, se la convierte en apoyo (muleta), se la carga de
responsabilidad y deberes hacia uno, se la vampiriza. Entonces se
detiene el crecimiento, la relación se vuelve perjudicial, viciosa,
perversa, las personas que caen en este tipo de dependencia
deforman su psique, atrofian su autonomía. Lo triste de tal situación
es que suele confundir y arrastrar con gran facilidad a ambos
miembros, con lo cual quedan mutuamente anulados e invalidados.
Por eso el amor es tan complicado, es campo ideal para el desarrollo
de parasitaciones inmaduras. Así que conviene no perder nunca el
norte y ver las cosas como son, sin dejarnos cegar por la pasión.

PD:
La otra cara de la moneda es asumir las relaciones sentimentales
como un juego (la vida es trueque, interacción, viaje, reto,
aventura). Y para ver esto una obra muy interesante es "El método",
de Neil Strauss. Que es un libro tremendamente divertido y curioso,
además de todo un fenómeno social. El autor relata en forma de
novela su experiencia de aprendizaje e introducción en el mundo de
la seducción. Con lo cual nos descubre un nuevo mundo,
sorprendente y fascinante, de transformación y superación personal.

La lectura nos muestra su progreso, su búsqueda y
perfeccionamiento de técnicas de aproximación y 'captación'
del sexo opuesto, y los resultados de todo eso (algunas escenas son
hilarantes, surrealistas).
Lo hace, además, de una forma muy amena, sincera y directa, con
lo que conecta a la perfección con el lector.

Ahora bien, este modelo tampoco es perfecto, cabe el riesgo de
volverse demasiado superficial e inmaduro (aunque parece
recomendable como iniciación). Total que, está claro, los extremos
son un problema. Demasiada rigidez (posesividad) o demasiada
'soltura' (frivolidad) no llevan a nada bueno. Así que lo complicado es
encontrar el equilibrio, el término medio donde todo fluya con
razonable naturalidad y armonía (premio al que lo alcance, jeje).

Mantener una relación plena y madura es interesante pues supone
vivir diferentes fases, numerosas oportunidades de desarrollo y
compartir abundantes experiencias enriquecedoras, gratificantes, y
todo siempre desde la libre voluntad de cada uno de los miembros de
la pareja (lo cual es una maravilla extraordinaria, si se hace bien).

Pero, como siempre, el crecimiento depende de uno mismo y no hay
que descuidarlo, combinando el 'trabajo' interno con el externo, sin
perder nunca el norte, nuestro camino.
Y ya vale de este tema, que soy un cansino, jeje. Un saludo.

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